domingo, 8 de enero de 2017

EL MILAGRO DE STANBROOK

La Madre Gloriosa, tan ducha en acorrer
la que suele a sus siervos en las cuitas valer
a este condenado quísolo proteger
recordose el servicio que le solía hacer…
Llegamos al puerto, donde nos teníamos que encontrar con "Peter", que era el hombre que nos daría la posibilidad de subir al Stanbrook, y comenzar el viaje a una nueva vida lejos de la guerra que nos estaba tocando vivir.

"Peter", era un hombre pequeño, arrugado, con cara de pocos amigos y la voz muy ronca y rota, pero al que teníamos que sonreír y escuchar amablemente, pues en sus manos estaba nuestro futuro. Sin los pasajes que tenía, no podríamos subir al barco. Su nombre real nunca lo supimos, pero así nos dijo que le llamáramos, para no poder ser identificado por algún mando militar que le dejaría encarcelado en el país, o lo que es peor, fusilado.

"Peter" nos dirigió hacia un refugio en el que tendíamos que permanecer unos días, hasta que él volviese con nuestros billetes. El sitio olía muy mal, y tenía unas condiciones pésimas, porque no estábamos solos; allí se encontraban al menos una docena de familias en la misma situación que nosotros, es decir, todas querían huir de aquella horrible guerra, y tomar el barco hacía "la libertad", y todos esperábamos la llegada de "Peter" con nuestros pasajes para comenzar el viaje, pero los días pasaban y él no volvía.

En el refugio, solo había un lavabo para todos, y la falta de higiene hizo que comenzaran las enfermedades. Mi familia era de las pocas que quedaba sana, pero yo no podía ver como los niños pequeños deliraban por la fiebre, y como yo era el que más en forma estaba, decidí salir de aquel agujero para conseguir medicinas que les pudiesen curar, porque en esas condiciones, no les dejarían subir al barco, después de haber pagado a precio de oro el viaje, igual que nosotros.

Una vez en la ciudad, conseguí medicamentos y algo de comida para ayudar a aquellas pobres familias y alimentar a la mía. También intenté buscar a "Peter", que se había llevado nuestro dinero, y hacía ya muchos días que no aparecía ni sabíamos nada de él. Pero mi intención fue fallida, ya que al ser una ciudad desconocida para mí, llegó un momento que me desesperé, dejé la búsqueda y regresé al refugio.

A la mañana siguiente, cuando menos lo esperábamos, apareció "Peter" con los billetes del barco de todos y cada uno de nosotros. Salimos del escondite y nos dirigimos de nuevo al puerto, pero esta vez, para por fin subir al barco. Había una larguísima fila y mientras me llegaba el turno, me entristecí y alegraba a la vez, ya que dejaría atrás mi país, en el que había vivido toda mi infancia, y a la vez, huiría a un sitio donde todo iría mejor.

Al barco he de subir, y tocará decidir
si quedarme en tierra, o con mi madre partir.
En el barco nos separan, y tengo que decidir.
Que tendría que hacer yo para salír de allí.



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